viernes, 17 de diciembre de 2010

Rostro de madera en Cusco

Por un estrecho callejón del Cusco, antigua capital de los incas, donde las paredes son la expresión cultural tangible de la fusión de cientos de años del imperio Inca, luego la imposición colonial española y la actual república de Perú, con un aroma a humedad y orina, se encontraba este anciano casi ciego y con un rostro que parecía tallado en madera. Su música llenaba los rincones oscuros, luchando con el ruido ambiental y a pesar de la edad del autor, parecía fresca y aguda, pero inevitablemente lejana.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Para una amiga

En un bar me he visto como el amor emerge de entre el humo y el olor a alcohol derramado, he visto como demonios sedientos de luz han arrancado flores para verlas morir en sus manos, he visto en los ojos de las personas la amistad impotente de no encontrar palabras que la materialicen, he visto tiritar y derrumbarse a seres humanos indestructibles, me he deslumbrado con las grandezas ocultas de personas que creía frágiles, he tenido placer, rabia, amor, odio, compasión, vergüenza y astillas de iluminación. El bar es el lugar más endemoniado y santo que se pueda encontrar en una ciudad o pueblo… y en ocasiones no se sabe de qué lado va uno a caer… procura averiguar antes…

Locrita

Caíste en mi sueño como una piedra en mis botas, me obligaste a levantarme de madrugada, para guardarte en una caja de papel. La lógica indica que tus raíces son de locura, tal vez de algún manicomio llegaste volando, nacida desde la boca de algún auxiliar o paramédico, que con ternura se imaginaba a la loca más bella del manicomio caminando de su brazo por la avenida, por las tiendas, por las fiestas familiares, por su cama, pero pensaba que sería complicado ocultar sus gustos por las manchas en la pared, las pelusas que perseguía por todo el manicomio o su pasión por las telas de araña, con las cuales solía hacerse alhajas y bufandas, en ese dilema estaba cuando te dio vida y alas.

Otros dicen que saltaste de una olla de grandes dimensiones, donde habían caído cueros y patas de cerdo, viseras olvidadas, ajo, cebolla y maíz. Algún comensal absorbido en esa sopa primitiva y en su eterna cocción, bravoceaba de puro aburrido “locro, locroto, locrata, locri, locrita… y sin dudar, te zafaste de esa gran olla para perderte en el bosque y ya cansada con sueño, te posaste un rato, un pequeño rato y en una pequeña ventana te dormirte y te unirte, a mi pequeño sueño.