jueves, 25 de agosto de 2011

El anciano de los cigarros y la anciana ciega

Ayer en la siesta luego de un viaje considerable, tuve un sueño y el sueño más hermoso que he tenido. Entraba junto a mi compañera, a un edificio que tenía una puerta doble de cristal. Antes de entrar veo al lado de la puerta, un aciano encorvado de cabellos blancos bien peinados, piel clara casi trasparente, limpio, como recién lavado por la lluvia, de hermoso traje, claro en su totalidad, con una sonrisa y ojos como de niño enamorado, pero con la tranquilidad de los años. Su mirada la tenia alegremente fija hacia la dirección de la que nosotros veníamos. Pasamos por el frente suyo sí que cambiara su rosto en absoluto. Al entrar por la puerta, veo que detrás de nosotros venia una anciana, tan encorvada como el hombre, con pelo canoso y tomado en forma de tomate sobre su cabeza, con ojos entre cerrados luchando con su aparente ceguera. Ella cruza la puerta sin percibir la presencia del anciano, mientras la puerta se cerraba el anciano, que nunca dejo de mirarla, se movió suavemente hacia ella y declama con vos firme y cariñosa…

“Serán acaso tus ojos el panteón de mi vida?

¿Y serán acaso estos veinte cigarrillos en mi bolsillo

el atajo para llegar a ellos?

La anciana se detuvo, como identificando la voz y el poema, de la misma forma como identificaríamos la voz de un ser amado, aunque este haya muerto hace mucho tiempo. La anciana, se vuelve hacia la puerta ahora cerrada, se inclina aun más y entrecierra aun más sus ojos para identificar la figura. El anciano no dejaba de reír y movía sus manos, como un niño esperando recibir el regalo más anhelado de su vida.

Ante esta escena, me invadió una felicidad y mis ojos se llenaron de lagrimas, me dirigí hacia un baño del edificio, donde trataba de calmarme, pero ese hermoso sentimiento se me pegaba como un perfume penétrate. Mi compañera me preguntaba desde la puerta si estaba bien y yo entre risas y lagrimas, respondía que estaba muy bien, demasiado bien.

Lo cierto es que ese poema era el más hermoso que he escuchado, y únicamente al despertar pude rescatar la idea. Pienso que con el tiempo podre armarlo con las palabras originales y estoy seguro que me invadirá nuevamente ese sentimiento.