miércoles, 21 de julio de 2010

Un día de frio en un día de bus

Mastico este frío con mis pies,
inevitablemente me conecto con mi gente,
con sus fríos,
con los que yo viví junto a ellos,
con el arenoso aroma del brasero,
con los lumínicos filamentos
de las viejas estufas,
con las cascaras de naranja
retorcidas y crujientes,
con la sopa de hojas de eucaliptus
y su aroma que me vuelve a humedecer,
con la taza de té dulce,
las amarillas sopaipillas,
con sus laniticos gorros,
con sus risas torrentosas,
que hacen temblar las paredes de sus casas
y las de los vecinos,
risas con las cuales hacen olvidar el frío
durante el ametrallamiento de alegría.